

Jubilados en la trinchera: la protesta semanal que desafía al gobierno de Milei
Cuando llega la policía a enfrentar al grupo de jubilados que protesta cada miércoles en Buenos Aires, la desproporción de fuerzas es evidente. Sobre todo porque muchos de los manifestantes necesitan ayuda para mantener el equilibrio.
"¡Qué repugnantes, por Dios!", grita Ricardo Migliavacca a los policías antidisturbios que casi lo hacen caer. Se sostiene en pie gracias a su andadera. Tendrá 88 años en septiembre.
Este mes se cumple un año desde que el gobierno de Javier Milei comenzó a reprimir con gases y en ocasiones garrotes, balas de goma y chorros de agua la protesta semanal de los jubilados por una mejora de sus pensiones.
El presidente no acepta incurrir en gastos que a su juicio atentan contra el equilibrio fiscal.
"Mi tarea no es parecer bueno, es hacer el bien, incluso si el costo es que digan que soy cruel", aseguró recientemente.
De esto en efecto lo acusa Migliavacca. "¡Me han golpeado tantas veces!", dice.
Como la de muchos, su historia de militancia comenzó con las agrupaciones estudiantiles de los años 1960. "Y aún hoy conservo ese espíritu de rebeldía que me lleva a venir acá a luchar por lo mío y por lo de los demás", cuenta.
A pocas cuadras, una calle estrecha es un caos de gases, corridas, golpes y empujones ante un cerco policial. Un grupo de rescatistas atienden a un anciano con los ojos irritados por el gas. Detrás de ellos, un gimnasio vidriado deja ver a una pareja joven que levanta pesas, ignorando la escena.
- Vanguardia -
Milei contuvo una inflación desbocada, abrió parcialmente el mercado de cambios, facilitó las importaciones y equilibró las cuentas públicas gracias a un duro ajuste fiscal.
Los más afectados por los recortes han sido sectores como educación, obras públicas, salud, ciencia y, sobre todo, previsión social.
Casi la mitad de los 7,8 millones de jubilados de Argentina reciben la pensión mínima y un bono que, juntos, equivalen a 260 dólares. Menos de un tercio de la canasta básica del adulto mayor.
"No se puede vivir así. Y menos una persona mayor. Uno tiene que tener sus momentos de alegría", dice Beatriz Blanco, de 81 años.
El presidente ultraliberal ya vetó dos veces leyes aprobadas por el Congreso que les otorgaban aumentos.
La protesta en rechazo al primer veto, hace un año, marcó un quiebre. Ese día la policía avanzó por primera vez con gas pimienta sobre los adultos mayores y, desde entonces, ha aumentado la tensión.
El politólogo Iván Schuliaquer dice que los jubilados son "el sector que más sostenidamente hace la lucha contra Milei, aunque no el más numeroso. Y también son ellos los que están pagando el costo más alto por movilizarse".
En ocasiones se suman otros sectores afectados por el ajuste, agrupaciones de izquierda e incluso hinchas de fútbol. Pero en un país conocido por movimientos civiles masivos, la rebeldía es ahora liderada por los adultos mayores.
"Es muy llamativo y muy vergonzoso que esta gente, después de trabajar toda la vida, esté a la vanguardia de la protesta social", dice el historiador Felipe Pigna a la AFP.
- Normalización -
Beatriz Blanco llega a la protesta con una camiseta que dice "jubilada patotera" (pandillera), el mote que le dio el gobierno al acusarla de agredir a la policía.
"¡Cuidado que es peligrosa!", bromea un hombre al verla pasar. Ella sonríe y lo saluda levantando su bastón.
El 12 de marzo, en la protesta más violenta desde la asunción de Milei hace 20 meses, Blanco cayó de espaldas por el empujón de un policía y un charco de sangre rodeó su cabeza en el pavimento.
"Yo creía que estaba muerta", contó. "Después vino la rabia y el dolor de no poder arreglar nada".
El gobierno no informa cifras de heridos ni detenidos. Según Amnistía Internacional, 1.155 personas resultaron heridas en 2024, 33 con impactos de balas de goma en la cabeza o el rostro.
Juan Orsini, de 75 años, fue golpeado y arrastrado por la policía en mayo. "Por suerte la saqué barata", dice, exponiendo una herida en la rodilla.
"Los jubilados no están mostrando voluntad de defenderse físicamente y sin embargo son permanentemente golpeados", dice a la AFP Schuliaquer, profesor de la Universidad Nacional de San Martín.
"Hay una insensibilización absoluta respecto de la represión", prosigue. "Ya se naturalizó como parte del paisaje: los miércoles se reprime a los jubilados".
La protesta semanal nació en los años 1990. En un episodio histórico, la jubilada Norma Plá conmovió hasta las lágrimas al entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo. "No llore, señor ministro", lo contuvo ella.
Pero el actual escenario trae una represión inédita. "Lo que este gobierno hace, no lo hizo nadie en la etapa democrática, nadie", advierte el historiador Pigna.
F.Omari--al-Hayat